La minería está en el corazón de uno de los mayores desafíos de nuestra era: la transición hacia un futuro bajo en carbono. El cobre, el litio y otros minerales críticos no son sólo recursos naturales; se han convertido en los verdaderos catalizadores del cambio tecnológico y sostenible que el planeta exige. Sin embargo, el modo de producirlos ya no puede seguir la lógica del pasado. Hoy, la licencia social, el impacto ambiental y el desarrollo económico deben estar de la mano más que nunca. Para lograrlo, es esencial tener una convicción profunda de que producir commodities de manera consistente, innovadora y sostenible es el único camino para entregar un mañana sin limitaciones mayúsculas a las siguientes generaciones.
Estamos en un punto de inflexión histórico. La minería global enfrenta mayores exigencias regulatorias, un creciente protagonismo de las comunidades y la irrupción tecnológica como fuerza transformadora. Este no es un escenario adverso, es una gran oportunidad para evolucionar y legitimarnos a través de la sostenibilidad, la transparencia y el respeto a los territorios. En este nuevo paradigma, no se trata de producir más, se trata de hacerlo mejor. Hacerlo con respeto, creando valor para nuestras zonas de influencia y liderando como industria la protección del medio ambiente.
Como compañía hemos aprendido que el verdadero valor de la minería no se mide solo en toneladas extraídas, sino en la capacidad de generar beneficios compartidos, respetar el medioambiente y dejar un legado positivo en las comunidades. Por eso abordamos el desarrollo minero como un ciclo integral de vida de los proyectos: desde la concepción e involucramiento temprano, hasta el cierre y post cierre; sumando estrategia, ingeniería de clase mundial y sólidos criterios ESG en cada etapa.
En Chile, observamos con claridad cómo predomina la minería con altos estándares ambientales y regulatorios. Esto nos impulsa a contribuir superándonos recurrentemente, a contar con modelos de gestión integrales: planificación estratégica, permisos ambientales, ingeniería multidisciplinaria y tecnologías como BIM-AWP, análisis geoespacial, modelamientos predictivos o monitoreo en tiempo real. Reemplazar dispositivos convencionales por uso de Drones, dispositivos móviles, Internet de la Cosas (IoT), remotización y robotización. Estas herramientas permiten anticipar y evitar riesgos, optimizar recursos y asegurar proyectos más eficientes y sostenibles.
De cara al futuro, los minerales críticos asociados a la transición energética plantean una responsabilidad trascendental: no basta con producirlos en mayor escala, debemos producirlos bajo principios de economía circular, eficiencia hídrica y descarbonización. La transición energética está acelerando una demanda inédita de materias primas, y eso obliga a toda la cadena de valor minera a actuar de manera coordinada, con resiliencia e innovación.
Pero esta tarea no puede recaer en un solo sector. Requiere dejar el yo de lado y reemplazarlo por el nosotros. Es un esfuerzo colaborativo entre empresas, industrias, Estado, academia y sociedad civil. Solo a través de estas asociaciones lograremos construir soluciones sólidas, con excelencia técnica y legitimidad social, capaces de sostener este cambio estructural.
El mayor desafío global de nuestra generación es y seguirá siendo el cambio climático. Resolverlo es difícil, pero también representa una gran oportunidad para demostrar unión, liderazgo e innovación, para generar nuevas alianzas que permitan transformar la manera en que producimos, construimos y consumimos.
Por todo ello, estoy convencido de que la minería, cuando se gestiona con visión estratégica, transparencia y criterios ESG sólidos, no solo es un motor de la transición energética, sino también una fuerza que impulsa un desarrollo equilibrado para nuestras sociedades.