La preocupación por la desertificación, la degradación de la tierra y la sequía es cada vez más apremiante en un mundo donde se estima que hasta un 40% de la superficie terrestre se encuentra degradada. La salud de la tierra es fundamental, ya que no solo nos provee alimentos, vestimenta y refugio, sino que también desempeña un papel crucial en la protección contra desastres naturales como sequías, inundaciones e incendios forestales. Sin embargo, el crecimiento demográfico y los modelos de producción y consumo insostenibles están ejerciendo una presión excesiva sobre la tierra, llevando a la desertificación y la sequía, que a su vez provocan migraciones forzosas y ponen en riesgo a millones de personas en todo el mundo.
En el marco del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1994, el tema de este año, «Unidos por la tierra: Nuestro legado y nuestro futuro», destaca la importancia de proteger y conservar nuestro recurso más valioso para garantizar la estabilidad y la prosperidad de la humanidad. Es fundamental crear perspectivas de empleo sostenible para las poblaciones rurales, especialmente para los más de mil millones de jóvenes que viven en países en desarrollo y cuyos medios de vida dependen directamente de la tierra y los recursos naturales.
Por otro lado, el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía también nos recuerda la necesidad urgente de abordar la crisis global del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. Las sequías y la degradación de las tierras están afectando a más de 2300 millones de personas en todo el mundo, y se prevé que afecten a más del 75% de la población mundial para 2050. Es esencial un cambio fundamental en nuestra relación con la naturaleza y una mayor conciencia sobre la importancia de conservar los ecosistemas terrestres para garantizar nuestra supervivencia y la de las generaciones futuras.
En este sentido, es crucial reconocer el papel vital de los pueblos indígenas en la conservación de los bosques, cuya subsistencia e identidad cultural están estrechamente ligadas a estos ecosistemas. Son ellos quienes, gracias a sus cosmovisiones basadas en un profundo respeto y conexión con la naturaleza, se convierten en actores clave para detener la deforestación y la degradación de los bosques. Asimismo, la promoción de una conciencia ambiental desde una mirada educativa y política es fundamental para crear un cambio real en la forma en que valoramos y protegemos la naturaleza. Romper con los paradigmas impuestos por el modelo económico actual y fortalecer el papel de los profesionales de las ciencias ambientales son pasos indispensables para avanzar hacia un desarrollo más armónico con el entorno, así como fortalecer las industrias más limpias y pensar en modelo de desarrollo basados en el ecoturismo o la conservación.
Finalmente, el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía nos insta a unirnos en la protección y conservación de nuestro recurso más preciado: la tierra. Es responsabilidad de todos trabajar juntos para revertir la degradación de la tierra y asegurar un futuro sostenible para las generaciones venideras.